Las autoridades de Texas jugaron al escondite y ganaron al encontrar a 23 migrantes indocumentados apiñados en un camión en el sur del estado, justo en la frontera con México. Esto ocurre mientras la administración de Donald Trump sigue con su maratón de redadas y deportaciones, tratando la inmigración como si fuera el villano de una película de acción.
El hallazgo fue el 28 de noviembre, cuando agentes del Departamento de Seguridad Pública de Texas (DPS) detuvieron a un conductor en Laredo por manejar sin licencia adecuada. El tipo juró que iba solo, pero un perro olfateador no le creyó ni un segundo y señaló la cabina. Ahí, escondidos como sardinas en lata, estaban los 23 migrantes de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y México. El camión no llevaba carga, solo sueños empacados al vacío. El conductor, residente de Laredo, fue arrestado y podría enfrentar al menos 10 años de cárcel por tráfico de personas. Los migrantes, por su parte, fueron entregados a la patrulla fronteriza.
Trump no pierde oportunidad de gritar “¡invasión!” desde su púlpito, asociando inmigración con crimen, aunque un informe del Instituto Cato dice que solo el 5% de los detenidos por ICE desde octubre tienen condenas por violencia, y el 70% ni siquiera tiene antecedentes. El gobierno rebate que el 70% de las detenciones de ICE involucran a acusados o condenados por delitos. Además, presumen que desde enero de 2025 hasta octubre, más de dos millones de migrantes indocumentados dejaron EE. UU., 1.6 millones por su cuenta y el resto en vuelos exprés de deportación.
Recordemos tragedias como la de 2022 en San Antonio, donde 53 migrantes murieron en un tráiler sin aire acondicionado. ¿Es esta política una red de seguridad o una red para atrapar esperanzas? Texas sigue siendo el tablero de este juego cruel.