
La Casa Blanca está jugando al ajedrez diplomático con un toque de drama de telenovela. Este jueves, enviados de Donald Trump, incluyendo a su yerno Jared Kushner y Steve Witkoff, se reúnen cerca de Miami con Rustem Umerov, el negociador estrella de Ucrania, para discutir un plan estadounidense que promete terminar el conflicto con Rusia. Es la tercera cita en dos semanas, porque al parecer la paz requiere más citas que un app de ligues.
Todo esto llega tras un encuentro de cinco horas con Vladimir Putin en Moscú el martes pasado, donde Trump asegura que sus chicos sintieron que el líder ruso quiere colgar las botas de guerra. “Le gustaría que la guerra terminara”, dijo el magnate, como si Putin solo necesitara un abrazo y un café para firmar la paz. Para endulzar el ambiente, el Departamento del Tesoro levantó temporalmente sanciones a la petrolera Lukoil fuera de Rusia hasta el 29 de abril, aunque el dinero no puede entrar al país. Un guiño que huele más a estrategia que a generosidad.
El borrador del plan de Trump es tan audaz como un guion de Hollywood: Ucrania cedería territorios que Rusia no ha logrado conquistar, a cambio de medidas de seguridad que no incluyen su anhelada entrada a la OTAN. Básicamente, es como ofrecerle a alguien un pastel a medio hornear y esperar aplausos.
Mientras los europeos critican que Trump evita presionar a Putin, estas reuniones parecen más un episodio de “El Aprendiz” que una cumbre de paz. ¿Lograrán un trato o solo más titulares? Esto está más tenso que un chiste en una cena familiar.
