
La aplicación de aranceles a las exportaciones de fruta fresca, como manzanas y peras, se ha convertido en un obstáculo significativo para los productores del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, una región clave que genera miles de empleos y sustenta la economía local. Esta medida, derivada de tensiones comerciales internacionales, pone en riesgo la competitividad de un sector que depende en gran medida de los mercados externos para su subsistencia. Los gravámenes impuestos por ciertos países, en respuesta a conflictos geopolíticos y decisiones de política exterior, han generado una caída en los ingresos de los fruticultores, quienes ya enfrentan desafíos como el aumento de los costos de producción y las fluctuaciones climáticas.
En este contexto, las exportaciones, que representan una parte fundamental de su actividad, se ven afectadas por barreras que dificultan el acceso a destinos tradicionales. Productores y especialistas de la zona advierten que estas restricciones comerciales no solo impactan en las ganancias de las empresas, sino también en la estabilidad laboral de miles de trabajadores que dependen de la cosecha y el empaque de frutas. Además, señalan que la falta de acuerdos bilaterales o de estrategias para diversificar mercados agrava la situación, dejando al sector en una posición vulnerable frente a las decisiones de potencias extranjeras.
Por otro lado, las cámaras empresariales y asociaciones de productores han manifestado su preocupación por la ausencia de políticas internas que contrarresten estos efectos. Solicitan al gobierno medidas de apoyo, como subsidios o incentivos, para mitigar las pérdidas y explorar nuevas oportunidades comerciales en otras regiones del mundo. El panorama actual refleja cómo las dinámicas internacionales pueden tener consecuencias directas en las economías regionales, especialmente en actividades tan arraigadas como la fruticultura.
Los involucrados en el Alto Valle insisten en la necesidad de un trabajo conjunto entre el sector público y privado para superar estas dificultades y garantizar la sostenibilidad de una industria que es pilar de la identidad y el desarrollo local. Mientras tanto, los productores siguen buscando alternativas para adaptarse a un escenario cada vez más complejo y competitivo.
