Trump, el balompié y la política: cuando la Copa del Mundo se transforma en plataforma de influencia

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US President Donald Trump joined by FIFA president Gianni Infantino (R) holds the World Cup Trophy as he makes an announcement in the Oval Office of the White House in Washington, DC, on August 22, 2025. Trump announced the 2026 World Cup draw will be held on December 5 at Washington's Kennedy Center. (Photo by ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP)

Trump, el balompié y la política: cuando la Copa del Mundo se transforma en plataforma de influencia

Donald Trump ha utilizado eventos deportivos de gran magnitud, como los torneos mundiales de fútbol, para proyectar su imagen y avanzar en agendas políticas. Este fenómeno se evidencia en la forma en que figuras públicas convierten competiciones globales en oportunidades para ejercer dominio e impacto internacional. En el caso del Mundial de 2026, que se llevará a cabo en Estados Unidos, México y Canadá, Trump expresó su respaldo a la candidatura conjunta durante su tiempo en el spotlight, destacando cómo tales eventos pueden servir como herramientas diplomáticas.

Él argumentó que organizar un certamen de esta envergadura fortalece lazos entre naciones y genera beneficios económicos, aunque también genera controversias por la intersección con temas migratorios y de seguridad fronteriza. Históricamente, líderes mundiales han aprovechado el fútbol para fines políticos. Por ejemplo, en ediciones pasadas, como la de 2018 en Rusia, se observaron dinámicas donde el deporte se entrelazaba con propaganda estatal.

Trump, en sus intervenciones, ha criticado a organizaciones como la FIFA por supuestas irregularidades, proponiendo reformas que alineen con intereses nacionales. Este enfoque resalta cómo el balompié trasciende lo deportivo, convirtiéndose en un escenario donde se negocian alianzas y se miden fuerzas geopolíticas. Críticos señalan que tales estrategias pueden polarizar opiniones, especialmente en contextos electorales, donde el apoyo a equipos o eventos se usa para movilizar bases.

En resumen, la conexión entre Trump, el fútbol y la política ilustra un patrón más amplio: los mundiales no solo son competencias atléticas, sino arenas donde se despliegan juegos de poder que influyen en percepciones globales y decisiones estratégicas.

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