La República Islámica de Irán ha elevado el tono de sus críticas y amenazas dirigidas a Rafael Grossi, el director general de origen argentino que lidera la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), entidad dependiente de las Naciones Unidas. Esta escalada se produce en medio de disputas continuas relacionadas con el programa nuclear iraní y las inspecciones internacionales. Funcionarios iraníes han expresado públicamente su descontento con las declaraciones y acciones de Grossi, acusándolo de parcialidad y de alinearse con intereses occidentales.
En recientes comunicados, portavoces del gobierno de Teherán han advertido sobre posibles consecuencias si la AIEA persiste en lo que consideran una postura hostil, incluyendo restricciones adicionales a los inspectores en instalaciones nucleares. Grossi, quien asumió su rol en 2019, ha reiterado la necesidad de transparencia y cooperación por parte de Irán para verificar el cumplimiento de acuerdos internacionales, como el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC). La AIEA ha reportado irregularidades en el enriquecimiento de uranio y otras actividades, lo que ha intensificado las tensiones diplomáticas.
Este episodio se enmarca en un contexto más amplio de sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, así como en negociaciones estancadas para revivir el acuerdo nuclear de 2015. Representantes de la ONU han llamado a la moderación, enfatizando el rol crucial de la AIEA en la no proliferación. Irán mantiene que su programa atómico es pacífico y para fines energéticos, mientras que Grossi ha instado a un diálogo constructivo para evitar una mayor confrontación.
La situación sigue siendo monitoreada de cerca por la comunidad internacional, con posibles implicaciones para la estabilidad regional.