¡Buenas noticias para los abuelos alemanes! Este viernes, el Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento, aprobó por los pelos un proyecto de ley que suspende hasta 2031 el “factor de sostenibilidad” en el cálculo de las pensiones. Con 318 votos a favor, 224 en contra y 53 abstenciones, la medida pasó por apenas dos votos, más ajustada que un pantalón después de Navidad.
El plan mantiene las pensiones en un mínimo del 48% de los ingresos previos a la jubilación, evitando que caigan más rápido que un castillo de naipes. Sin esta reforma, el valor medio habría bajado al 44.9% para 2040. Dagmar Schmidt, del SPD, celebró que esto permite a los jubilados “mantener su nivel de vida”, mientras el Gobierno federal se prepara para una factura de más de 120,000 millones de euros en 15 años. ¡Eso es más plata que en un Monopoly!
Además, el paquete incluye extras jugosos: los padres de hijos nacidos antes de 1992 tendrán seis meses más (tres años en total) de créditos por crianza. Y para los que no quieren colgar los guantes a los 67, la “pensión activa” les permitirá ganar hasta 2,000 euros libres de impuestos si siguen trabajando. Carsten Linnemann, de CDU/CSU, llamó a esto un “cambio de paradigma”, ideal para que las empresas pesquen trabajadores experimentados y los jubilados engorden el colchón.
Sin embargo, Linnemann admitió que esto no resuelve todo. El futuro de la seguridad social sigue más incierto que el clima en abril, y una comisión de pensiones deberá proponer reformas con “valentía”. Por ahora, los jubilados alemanes pueden brindar con su cerveza: tienen un respiro hasta 2031.

