En un giro más inesperado que un plot twist de telenovela, la guerrilla colombiana ELN liberó el miércoles a 28 personas secuestradas desde enero en el Catatumbo, cerca de la frontera con Venezuela. Entre los liberados, recibidos por una comisión humanitaria, había cinco menores de edad, según la Defensoría del Pueblo, que celebró el momento con menos entusiasmo que un lunes por la mañana.
Las imágenes del evento muestran a los rehenes sentados en sillas plásticas, como en una reunión vecinal, junto a delegados de la ONU y la Iglesia católica. A un lado, alias Ricardo, el comandante local del ELN, posa con su séquito de encapuchados armados hasta los dientes, como si fuera la foto de un club de fans algo intimidante. De los liberados, 17 hombres y 11 mujeres, la mayoría estaba “en buen estado de salud”, aunque seguro con historias más heavys que un podcast de true crime.
Este secuestro masivo ocurrió tras un ataque brutal del ELN contra disidentes de las extintas FARC a inicios de año, dejando más de cien muertos y desplazando a miles. Fue el golpe más sangriento bajo el gobierno de Gustavo Petro y dinamitó los diálogos de paz con el grupo rebelde más longevo de América. Desde entonces, el ELN no muestra interés en retomar charlas, mientras se financia con cocaína, minería ilegal y extorsiones, según analistas.
La defensora Iris Marín pidió más liberaciones en X, recordando que “la guerra está mal”. ¿Será este un primer paso o solo un espejismo? Mientras, el Catatumbo sigue siendo un polvorín más caliente que un chat de grupo en crisis.