
La victoria de Luis Arce en la segunda vuelta electoral de Bolivia, que marca el regreso del Movimiento al Socialismo (MAS) al poder tras un año de gobierno interino, anticipa modificaciones significativas en las relaciones internacionales del país andino. Expertos consideran que este cambio podría significar un distanciamiento de Estados Unidos y un acercamiento a naciones como Venezuela, Cuba e Irán, revirtiendo la orientación del gobierno transitorio de Jeanine Áñez. Durante el mandato interino de Áñez, Bolivia rompió vínculos con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y expulsó a diplomáticos cubanos, al tiempo que fortaleció lazos con Washington y se unió al Grupo de Lima, una alianza regional crítica con Maduro.
Con el triunfo de Arce, quien fue ministro de Economía bajo Evo Morales y es visto como su delfín, se espera una restauración de las alianzas previas del MAS. Esto incluiría el restablecimiento de relaciones con Caracas y La Habana, así como una posible adhesión nuevamente a bloques como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). Analistas como Kathryn Ledebur, directora de la Red Andina de Información, indican que el nuevo gobierno probablemente buscará equilibrar sus posiciones, manteniendo cierta distancia de Estados Unidos sin llegar a un rompimiento total, especialmente considerando la dependencia económica de remesas y comercio.
Por su parte, el experto boliviano Carlos Cordero señala que Arce podría adoptar una postura más pragmática, evitando confrontaciones directas con Donald Trump, cuya administración respaldó a Áñez. No obstante, se prevé un giro hacia una mayor independencia en foros internacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA), donde Bolivia bajo Morales fue crítica con el secretario general Luis Almagro. Otro aspecto clave será la relación con Brasil y Argentina, vecinos con gobiernos de orientaciones opuestas: mientras Jair Bolsonaro en Brasil se alineó con Áñez, Alberto Fernández en Argentina apoyó a Morales durante su exilio.
En resumen, el retorno del MAS al poder sugiere un realineamiento hacia bloques de izquierda en América Latina, aunque con matices para evitar aislamientos económicos, en un contexto regional marcado por polarizaciones.
