En 2025, México montó un operativo de traslado de 55 capos del narco a prisiones gringas que parecía sacado de una película de espías, pero con más paranoia que glamour. Entre febrero y agosto, el gobierno tomó el control de cárceles, cambió directores y custodios, y hasta renovó el menú por miedo a sopas envenenadas.
La operación fue tan secreta que ni los propios reos sabían a dónde iban hasta que estaban en el aire, rumbo a Estados Unidos. Cárceles como el Penal del Altiplano se convirtieron en fortalezas, con cámaras nuevas para evitar otro show estilo “El Chapo” 2015. Incluso aislaron a peces gordos como Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, exjefe de Los Caballeros Templarios, y a Abigael González Valencia de “Los Cuinis”. Sus teléfonos, familias y hasta sus sueños fueron vigilados para que no armaran un plan de fuga o un soborno express.
El traslado del 12 de agosto fue un circo de seguridad: vehículos blindados, fuerzas especiales y un “búnker” en la capital con pantallas que parecían el set de una misión de la NASA. Algunos narcos, ilusos, pensaban que los liberarían por supuestos tratos bajo la mesa, pero terminaron en aviones militares rumbo a celdas de máxima seguridad. Hasta aeronaves militares y alojamientos temporales se prepararon por si el clima o un imprevisto daban al traste con el plan.
Este golpe a los carteles es de los más fuertes en años, y ya se cocina una tercera entrega de capos. Parece que México y Washington encontraron su nueva serie favorita: “Narcos: extradición express”. ¿Próximo episodio? Más drama, menos fugas.