
El Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. lanzó una operación en Nueva Orleans contra inmigrantes irregulares con antecedentes criminales, mientras Donald Trump sigue tocando la trompeta de la “invasión criminal”. Este miércoles, la ciudad del jazz se convirtió en el nuevo escenario de su cruzada, a pesar de las miradas de reojo de las autoridades demócratas locales.
Trump, que ya envió a la Guardia Nacional a Los Ángeles, Washington y Memphis desde junio, insiste en que Nueva Orleans necesita mano dura. Tras una llamada del gobernador republicano de Luisiana, Jeff Landry, el presidente no dudó en actuar, acusando a las políticas de “santuario” demócratas de soltar a peligrosos criminales. Estas políticas limitan la colaboración entre policías locales y la federal de inmigración (ICE), algo que Trump ve como una alfombra roja para “los peores de los peores”. Un fotógrafo de AFP captó detenciones matutinas, mientras el gobierno repite que solo persigue a los más malos de la película.
Sin embargo, las cifras pintan otro cuadro. Según datos no publicados de ICE, obtenidos por el Instituto Cato, solo el 5% de los detenidos desde octubre tienen condenas por violencia, y el 70% ni siquiera tiene antecedentes. El Departamento de Seguridad Nacional contraataca diciendo que el 70% de sus detenciones involucran a extranjeros acusados o condenados por delitos. ¿Estadísticas o ruleta rusa? Nadie lo sabe.
Trump ha hecho de la inmigración su bandera, hablando de una “invasión” de criminales extranjeros y promocionando deportaciones como si fueran taquillazos de Hollywood. Mientras tanto, Nueva Orleans, conocida por su Mardi Gras, ahora también es famosa por esta marcha militar. ¿Será este despliegue un desfile de justicia o solo un espectáculo más en el circo político?
