
¡Drama en Kiev! Andri Yermak, la mano derecha del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, tiró la toalla tras un allanamiento a su casa por parte de las agencias anticorrupción NABU y SAPO. Este culebrón, en medio de una investigación masiva sobre corrupción, tiene a la Unión Europea (UE) pegada a la pantalla como si fuera la final de un reality.
La portavoz de la Comisión Europea, Paula Pinho, soltó el sermón del día: “La lucha contra la corrupción es más clave que un pase VIP para entrar a la UE”. Mientras aplaude que Ucrania tenga organismos anticorrupción funcionando, insiste en que no basta con tenerlos; hay que usarlos como si fueran el filtro definitivo contra el desastre. La UE, con su informe anual de Ampliación, ya había advertido a Kiev que no baje la guardia, aunque reconoce que, pese a la invasión rusa, han mostrado compromiso con el sueño europeo.
El escándalo explotó tras la operación ‘Midas’, que destapó un supuesto chanchullo en el sector energético ucraniano, con registros en Energoatom, la empresa estatal de energía atómica. Esto no es un juego de niños; es más bien un Monopoly donde alguien hizo trampa con las propiedades. Yermak, en el ojo del huracán, prefirió salir del tablero antes de que le pidieran más explicaciones.
La UE promete seguir este culebrón con lupa, como un vecino que espía por la ventana. ¿Podrá Ucrania limpiar su imagen y mantenerse en la ruta europea, o se quedará atrapada en un loop de escándalos? Esto está más enredado que un cable de audífonos en el bolsillo.
